Pueblos nativos celebran el ciclo ritual de la muerte

Los yaquis y mayos, dos comunidades nativas de México, llevan a cabo un ritual que se ha hecho a lo largo de muchos años en la localidad y tiene su origen en el siglo XVI.

Cuando algún miembro de esta comunidad originaria muere, su cuerpo es llevado ante la Cruz del Perdón: la insignia cristiana es sencilla pero de gran tamaño, elaborada en madera. Está clavada en la tierra, frente al panteón de todas las comunidades de yaquis y mayos, ubicado casi siempre delante de la iglesia, según enseñanzas de los jesuitas.

Una vez que llega ahí, pide dispensas por sus pecados. Luego es enterrado y en ese momento inicia su tránsito de un año, por un camino oscuro hasta que llega al sewa ania, el “mundo flor”, un universo donde animales, fauna y hombre viven en armonía. Desde ese infinito regresará cada octubre y noviembre a visitar a los vivos.

La creencia se mantiene viva en los ocho pueblos yaquis y decenas de comunidades de mayos que habitan en Sonora y Sinaloa. Son los únicos nativos del noroeste de México que celebran el Día de Muertos, porque son en quienes impactó de manera profunda el modelo religioso de las misiones, implementado por los jesuitas en el siglo XVI.

En México la celebración del Día de los Muertos,  es una expresión del sincretismo entre las culturas nativas originarias, de profunda devoción a la muerte, y la evangelización española que sintetizó esa ritualidad en el calendario cristiano, adaptándola al Día de los Fieles Difuntos.

Con respecto a este día, se comienzan a poner los alimentos: fruta… dulces… bebidas… cigarros… para los últimos días de octubre los solares huelen a carbón ardiente,  y ya el 1 de noviembre las casas amanecen llenas de todo lo que comía el difunto y van bendiciendo y orando el rosario.

Dentro de las creencias de yaquis y mayos, velas y flores son elementos que ayudan a los difuntos a transitar por ese espacio oscuro que conduce al sewa ania, su mundo florido donde la naturaleza convive en armonía, dentro de un universo mayor conocido como huya ania o “mundo del monte”: el lugar donde habitan seres benignos y malignos que dan sentido al mundo.

 

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