Siempre que la población del mundo vaya creciendo, se precisará más esfuerzo e innovación para aumentar sustancialmente la producción agrícola, mejorar la cadena de suministro mundial, disminuir las pérdidas y los desperdicios de alimentos y garantizar que todos los que sufren hambre y malnutrición tengan acceso a los alimentos nutritivos.
Los diversos líderes mundiales de la Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible de 2012 (Río + 20) reafirmaron el derecho de todos a tener acceso a alimentos seguros y nutritivos, compatibles con el derecho a una alimentación adecuada y el derecho fundamental de todos a estar libres del hambre.
El Proyecto Hambre Cero dado a conocer por el Secretario General de la ONU en Rio + 20, invitó a los gobiernos, la sociedad civil, las comunidades religiosas, el sector privado y las instituciones de investigación, a unirse para acabar con el hambre y eliminar las peores formas de malnutrición.
Desde ese momento, el desafío del Hambre Cero ha recibido el apoyo generalizado de muchos Estados miembros y otras entidades y sus metas son: cero niños atrofiados menores de dos años, 100% de disponibilidad a una alimentación adecuada todo el año, que todos los sistemas alimentarios sean sostenibles, un aumento del 100% en la productividad y los ingresos de los pequeños productores y cero pérdida o desperdicio de alimentos.
Mucho más allá de un consumo aceptable de calorías, la nutrición adecuada tiene otras dimensiones que merecen la debida atención, incluyendo la disponibilidad de micronutrientes y dietas saludables. Las dietas y estilos de vida poco saludables están estrechamente vinculados a la creciente incidencia de enfermedades no transmisibles, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.
Si hablamos de la pobreza extrema y el hambre son predominantemente rurales y los pequeños agricultores y sus familias constituyen una proporción muy significativa de pobres y hambrientos. Por lo tanto, la erradicación de la pobreza y el hambre está íntegramente vinculada al aumento de la producción de alimentos, la productividad agrícola sostenible y los ingresos rurales.
Los diversos sistemas agrícolas mundiales deben ser más productivos y menos derrochadores. Las prácticas agrícolas sostenibles y los sistemas alimentarios, incluyendo tanto la producción como el consumo, deben perseguirse desde una perspectiva funcional e integrada.
source http://segundoenfoque.com/que-es-el-proyecto-hambre-cero-de-sostenibilidad-05-357907/
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