México.- El magnate Donald Trump ha caminado por el mundo “cerrando negocios” que conseguirían favorecer a sus propias compañías o las de sus allegados. Y lo ha hecho al mismo tiempo que se excava la dificultad de un gobierno que germinó en medio de los escándalos y los reproduce cada día.
Según reseñó el portal El Financiero de México, en la denominada trama rusa, el mandatario de Estados Unidos afrontó hace unos días los develamientos de James Comey, exrepresentante de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) quien en una presentación ante la Comisión de Inteligencia del Congreso afirmó que Trump hizo postulaciones “turbulentas” vinculadas con la exploración de las relaciones entre el Kremlin y la maniobra electoral de Trump.
Comey expuso igualmente que las presuntas razones de su destitución en el mes de mayo pasado (que su oficina era un “desorden”) “son simple y sencillamente falsedades” y ha apuntado que el gobierno lo tiró por considerar que la exploración representaba una intimidación para el copetón presidente.
El centro de la discusión es la exploración que la FBI desarrolló en contra de Michael Flynn, ex consultivo de Seguridad Nacional de Donald Trump. Como se recordará, en plena operación electoral, Flynn sostuvo convenios secretos con delegados rusos al mismo tiempo que el en aquel tiempo presidente, Barack Obama, decretaba una investigación sobre la factible intervención de Moscú en las votaciones de Estados Unidos.
Las solicitudes “perturbadoras” sólo pueden manifestarse a través de alguien perturbado, esto es, si nos ajustamos a la definición de la Real Academia Española, de alguien “que posee trastornos en sus facultades mentales”.
Un actor así es el que delineó el exdirector de la FBI en su presentación: un tipo sin circunspecciones y mentiroso, que desatiende profundamente a las fundaciones que debería dirigir. Tremendo riesgo para el mundo que alguien con ese modo de proceder, se encuentre al frente de una nación tan vigorosa como Estados Unidos.
En los casos preliminares, las indagaciones contra los presidentes Richard Nixon, Ronald Reagan o William Clinton no precisamente concluyeron conformando delitos y condenas, pero perjudicaron irreparablemente sus cargos por la falsedad y el encubrimiento.
La República de México no puede cerrar los ojos de cara a la dificultad que experimenta la Casa Blanca, menos cuando se encuentran en rumbo la renegociación del Tratado de Libre Comercio y otra transacción, más que prudente, en el espacio de seguridad. Ambos términos pueden verse gravemente conmovidos por las dificultades del gobierno del multimillonario.
source http://segundoenfoque.com/mexico-y-la-turbulenta-jefatura-de-trump-39-357019/
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